lunes, 14 de julio de 2014

TRANSFORMERS: LA ERA DE LA EXTINCIÓN


 Michael Bay se ha revelado en los últimos años como uno de los directores menos creativos de Hollywood. Record nada despreciable si se toma en cuenta que esta Meca del cine ha adolecido en los últimos tiempos de poca creatividad, llenando sus listas de proyectos con remakes, reboots, segundas y terceras partes, versiones fílmicas de obras teatrales, adaptaciones de comics y novelas, y formulas que de tan gastadas que están, podrían usar un mismo nombre genérico sin que la gente notara la diferencia. De esta manera cada semana podríamos tener en cartelera una Obsesión pasional, alguna aventura titulada Riego total, comedias que llevarían por título Una loca reunión de personajes y la consabida cinta de terror Circunstancia infernal. De preferencia en estilo Found footage. O filmadas como Falso documental. Para el caso es lo mismo.

Bay encontró en los juguetes una buena veta de inspiración. Yo fui uno de los mas emocionados Nerds que saltaron hasta topar con el techo cuando se anuncio que habría una película sobre los transformers. Era una de mis caricaturas favoritas en la infancia, y aunque mucho mas ñoña que sus contrapartes del Anime japonés, me encantaban sus personajes. Las dudas comenzaron cuando se anuncio que sería Michael Bay el director del proyecto, porque es de esos  directores que viven de formulas, que nunca arriesgan. Y cuando vi la primera película, y descubrí que su escena más trabajada estaba dedicada a las tetas de Megan Fox, el niño que era yo en esa sala de cine sufrió un ligero desengaño. La formula de los transformers ha ido decayendo con cada cinta desde entonces. Y con Era de la extinción, en la que había depositado cierta esperanza, porque anunciaba la aparición de mis cambiaformas robóticos favoritos, los Dinobots, creo que he llegado a una tardía conclusión, que a ustedes les parecerá muy boba, pero que no puedo dejar de teclear aquí. No me gustan las películas de Michael Bay.


Era de la extinción nos presenta un mundo años después de los sucesos de la anterior película. El mundo entero desconfía de los robots extraterrestres y una agencia del gobierno se dedica a cazar a los restantes. No hace diferencias entre Autobots y Decepticons.  Un misterioso caza recompensas robótico se sirve de los humanos para capturar a Optimus Prime. Una empresa de tecnología encabezada por una versión “maligna” de Steve Jobs (Un momento…) crea con restos de Decepticons unos nuevos y mejorados transformers que serán la nueva milicia planetaria si se consiguen los contratos adecuados.  Un padre viudo, inventor e ingeniero, rescata de la basura un transformer, que resulta ser Optimus. Los malos lo persiguen a él, a su curvilínea hija y al novio entrometido de esta, todos huyen, disparos, escapadas, capturas, huecos argumentales por los que cabria (Y cabe) el arca de Noé, malos irredimibles, malos redimibles y al final, tras muchos efectos especiales, muchos clichés y mucho deus ex machina,  ganan los transformers, con la buena ayuda de un texano. 

La película es injustificadamente kilométrica, enredadísima, llena de personajes y de situaciones que se resuelven con un guiño y una puesta de sol. No empatizamos con nadie, y la mitad del tiempo, ni siquiera nos enteramos de porque hay conflicto. Kelsey Grammer, Mark Wahlberg y Stanley Tucci interpretan de manera competente sus imposibles papeles. Llega un punto en el que sinceramente esperamos que se carcajeen en mitad de un dialogo. La película es visualmente intoxicante, pero profunda como una galleta. Y poco más se puede decir de ella.

No pierdan su tiempo con Transformers, La era de la extinción. Tiene muy poco que ofrecer a los fans, y demanda un esfuerzo excesivo del espectador. Y el esfuerzo no vale la pena. Por lo menos, para mí, no lo valió. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario