Soy un
firme creyente de que no hay nada como ese cine en el que el director, el
escritor o el productor, se ponen a trabajar en una historia que les conmueva
de alguna manera, que los haya tocado o que estén interesados en contar. Ese,
al final, es el gran secreto del cine. Tener algo que comunicar. Jon Favreau,
célebre por su participación en el mega proyecto de Marvel comics al coordinar
el segmento Iron Man y dirigir las
dos primera entregas del vengador de la armadura dorada, ha cambiado
radicalmente sus terrenos de dirección. Su más reciente trabajo película, Chef
(Jon Favreau 2014) reúne a varios de sus colaboradores habituales, como
Robert Downey Jr, y Scarlett Johanson con talentosos actores como Jhon
Leguizamo y Dustin Hoffman. Para contarnos una historia sobre un Chef atrapado
en un trabajo de mediano éxito pero que ya no lo estimula. Una pelea en twitter
con un crítico gastronómico lo pondrá en el centro de una tormenta mediática,
que desembocara en su despido. Y esto lo obligara a reevaluar su vida entera,
su fallido matrimonio, la relación distante y accidentada con su hijo, y sus
sueños pospuestos. Aquí está el argumento de la película entera.
Sin
embargo, no es ni de lejos, una buena descripción de la cinta. Favreau consigue
retratar maravillosamente ese mundo extraordinario que es la cocina. La manera
en la que fotografía el proceso de crear guisos es fascinante y muy intima. En
más de una ocasión se descubrirán salivando por lo que en la pantalla está
ocurriendo (Advertencia: No la vean si tienen mucha hambre. Ocurrirá que se
saldrán del cine a buscar comida) El sountrack de la película es otra delicia,
salpicado de música cubana, en versiones clásicas o en covers. La película
funciona como una maravillosa road movie que
recorre los Estados Unidos desde Florida hasta los Ángeles, mostrando
gastronomía, paisajes y música en un tapiz que demuestra que ninguna otra
tierra en el mundo reúne, en tan poco espacio, tantas maneras distintas de
comer, cantar y vivir. Hace algún tiempo mencione que EUA es un enorme muégano cultural y racial. La
película de Jon Favreau es un tapiz que
demuestra mi punto. Y que señala que lo que dije, no es de ninguna manera un insulto
o un menosprecio. Solo una descripción.
Hay
defectos, claro que los hay. Jon Favreau dirige para la comida. Su historia es
reposada, no tiene grandes altibajos, y le falta un poco de punch. Es
tremendamente real, y eso quizá a algunos les parezca aburrido. Pero lo que si
considero en detrimento de la historia es que no sabe fotografiar sus escenas más
dramáticas. Aquellas en las que debería lucirse. Los diálogos de sus
personajes, que son realistas y bien trabajados, se resquebrajan en horribles
secuencias de Plano-Contraplano que marean en más de una ocasión. No puede
darle una visión a sus diálogos más íntimos, y es allí donde radica el defecto
de Chef a domicilio.
El director
se permite en esta película, deslizar una patada bajo la mesa a la comunidad de
críticos, y jugar con las modernas redes sociales, como Vine, Twitter y You
Tube. Protagonizada por el mismo Favreau, que interpreta sin estridencias su
propio guion, es una disfrutable cinta que, sin ser ninguna obra maestra,
divierte, emociona y deja que uno pase un par de horas en el cine pensando que
deberían hacerse más películas de este estilo en Hollywood. Para variar.
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