Hubo una época en que Hollywood hacia cine
prometedor, combativo, propositivo. Luego ocurrió una cosa llamada “Cacería de
brujas” La cruzada anticomunista del senador McCarthy destruyó una generación
de creadores cinematográficos de los que solo sobrevivieron unos pocos. Elia Kazán,
el artífice detrás de Un tranvía llamado
deseo(1951) con la aureola de traidor que lo acompañaría el resto de su
vida debido a sus denuncias frente al comité de actividades antinorteamericanas.
Nicholas Ray, el creador del mito de James Deán gracias a su película Rebelde sin causa (1955) El maestro John
Huston, director de clásicos como El
halcón maltes (1941) y El tesoro de
Sierra madre (1947) por mencionar solo algunos.
Junto con
ellos destaca un director genial.
Billy Wilder; A quien el español Fernando Trueba agradeciera su Oscar a mejor
película extranjera por Belle Epoque (1993)
en lugar de a Dios. Wilder creó una de
las películas más perturbadoras que se hayan hecho sobre el alcoholismo, un
retrato cruel, descarnado, efectivo, sin concesiones de la adicción. Días sin huella (The lost weekend 1945) quizá
la primera película introspectiva adulta
que haya tenido el cine de Hollywood. Que cambiaria la forma en que se veía a
un borracho en el cine. Antes de ella, el alcoholismo era cómico. Los borrachos eran simpáticos, parlanchines y
picaros despistados. Nunca volverían a
serlo después de Días sin huella.
Don Birnam es un escritor frustrado, en las
garras del vicio, al que su novia y su hermano tratan una y otra vez de ayudar.
Cuando su hermano, cansado de ayudarle, decide irse un fin de semana sin él, el
hombre se aparta de su preocupada novia y tiene la oportunidad de llegar hasta
el fondo de su adicción. Tratará de empeñar su máquina de escribir para seguir
bebiendo, y terminará robando un bolso femenino en su desesperación. Este viaje
de pesadilla lo llevará a un asilo de ebrios en donde observará la locura y la desesperación. Y su propio Delirium tremens será otro escalón en el
infierno personal al que se enfrentará.
Y aunque la censura de su tiempo le imponía
un final feliz, Wilder se las arregló para realizar uno que no era en absoluto
tranquilizador. Ya desde antes de su estreno, tuvo problemas debido a que la
industria de bebidas embriagantes
ofreció 5 millones de dólares para que no se estrenara. Y por otro lado,
asociaciones civiles afirmaban que la película, de hecho, alentaba el consumo
del alcohol. Al final, la historia pudo
llegar a la pantalla, alcanzando un gran éxito, y representando un éxito
mayúsculo para su director.
Es posible que algunas de sus secuencias
nos parezcan superadas para este tiempo. (Como el murciélago de su delirio). Y
sin embargo, hay escenas de Días sin huella que son tan efectivas como el día en que se
filmaron y nos obligan a girar la cabeza por su crudeza. Yo, personalmente, la
considero una de mis películas favoritas, y muchas de sus escenas me parecen
magistrales, como la de los abrigos bailarines al compas de la Traviata, que
Birnam alucina en medio de la opera, debido a su botella de licor escondida en
un bolsillo, que ahora aguarda en el guardarropa.
Como descripción de los efectos del vicio
en una persona, destruyendo voluntad, lazos familiares, autoestima y cordura,
la película sentó bases que después serian utilizadas por muchas otras
películas que trataron de ser diatribas o advertencias contra el alcoholismo.
Lo cierto es que Wilder ocupo recursos muy económicos para trabajar con la cámara,
manejándola de manera intrusiva, para marcar la atención en el pequeño mundo en
el que Don Birnam se debate. De esta manera, consigue que incluso las tomas de
exterior sean tremendamente claustrofóbicas, porque las centra en la
desesperación de un hombre para el que solo existe descanso si consigue el
siguiente trago.
Ganadora de los 4 grandes Oscares (Guion,
dirección, película y actor) y de la palma de oro de Cannes, esta es la
recomendación de esta semana del pollo cinéfilo. Les invito a adentrarse en el
infierno personal de Birnam, una de las
mejores películas Hollywoodenses de todos los tiempos, que demuestra que el
cine de esas latitudes pudo haber tomado otro rumbo. Una lástima. En cierto
sentido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario