viernes, 11 de julio de 2014
Confesiones de un pollo cinefilo.
Debo decir que existe un secreto placer en escribir unas lineas que no planeo que muchos mas lean. Me siento como en secreto de confesión, y eso me otorga una libertad bastante satisfactoria.
Alguien hace algún tiempo me disparó, a bocajarro, una de esas preguntas que uno no sabe muy bien como contestar. ¿Porqué te gusta el cine? La verdad es que nunca me lo había preguntado, y aunque para muchos sera una de esas preguntas tontas estilo ¿Para que estas leyendo ese libro? o ¿Te caiste? tras haberlo visto a uno dar un traspié y medir el pavimento con el cuerpo, lo cierto es que la preguntita llevaba su jiribilla (Aunque quien la formuló, por lo bovino de la mirada, bien podría haberme preguntado porqué me llamo Marco, o porqué me pongo zapatos)
¿Porqué me gusta el cine? tras reflexionarlo un poco debo decir que no lo se muy bien. Mis primeros recuerdos de una sala cinematográfica son confusos y fragmentarios. La oscuridad, una sala llena, butacas, piso pegosteoso y en la pantalla un desierto del Far west en el que se alejaba una partida de caballería. Al día de hoy ignoro de que película se trataba. Luego, tras las luces, la desbandada de publico y el proceso de escoger asiento (lo adivinaron, llegamos al final de la película, en uno de esos añorados días de programas dobles y permanencias voluntarias) y tras una andanada de cortos que no recuerdo, inicio una destemplada canción entonada por niños que, por sus timbres vocales, bien podrían haber cantado motivados por el cañón de una escopeta apuntándoles.
Dibujos animados en la secuencia de créditos iniciales. Niños y adultos dibujados que se empeñaban en una persecución de lado a lado de la pantalla al son de la cancioncita. Luego, imágenes que he retenido en mi mente por años. Un avion que llega al aeropuerto de la ciudad de México. Un hombre extraño que lleva una maleta. Un adulto y un niño que toman la maleta y suben a un automóvil antiguo. Luego de un viaje de segundos, un lugar que no reconocí, pero que andando el tiempo me entere que era ciudad universitaria (la explanada del estadio Olímpico, para ser exactos) y una persecución con otro auto que termina chocando contra un árbol. El porque es un misterio.
Lo demás lo reconstruyo, mas que recordarlo. Un conjunto de niños, mejores amigos, junto con un perro, desbaratan los planes de adultos malignos encabezados por Hector Suarez. La película es La palomilla al rescate (Hector Ortega 1976) y la vi en el ahora extinto cine Latino. Son muy pocas las cosas que retengo de la cinta, como la aparición de Evita Muñoz "Chachita" de Alfonso Arau, de Ofelia Medina y hasta de Alfonso Zayas. Pero tengo presente que el cine me fascinó. La idea de una enorme pantalla donde se proyectaban maravillosas imágenes en movimiento (Tomen en cuenta ademas, que yo era un niño corto de vista)era irresistible.
Muchas veces mas iría al cine de niño (Si hay oportunidad, después les narraré sobre la primera película que entendí cabalmente una historia en un cine) pero esa primera experiencia me marco. Creo que nunca abandone del todo aquella enorme sala de cine. Y mientras pueda seguir frecuentándolas, creo que ya nunca la abandonaré. No puedo decir porque me gusta el cine. Solo puedo decir que me gusta. Y mucho.
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Linda historia sobre cine. Me lleva a preguntarme si recuerdo la primera vez que vi una película en pantalla grande...
ResponderEliminarGracias por comentar. Si, yo también tengo la duda. Cual fue la primer película
Eliminarque viste en el cine?