lunes, 4 de agosto de 2014

MI GRAN OPORTUNIDAD


Las temáticas cinematográficas, en los últimos años desesperadas por salir del limbo de inspiración en el que se encuentran, no siempre pueden darse el lujo de desperdiciar una anécdota que parezca trivial. Las historias de superación personal han estado allí, más o menos veladas , desde los inicios del cine. Las hay de todos colores. Desde tragediones que, parafraseando a Don gato, hasta matan de risa, hasta hermosas epopeyas de perseverancia dignas de un himno. Y todo lo que cabe en medio, que déjenme decir que no es poco. Sin llegar a estar en ninguno de los extremos antes descritos. One chance  (David Frankel 2013) es una divertida cinta que retrata la aventura de vida que significa la existencia de Paul Potts.

Es posible que ustedes no sepan quién es este rechoncho británico. Ganador de un concurso televisivo (Britain got's Talent) Paul alcanzó una celebridad mayúscula cuando el video de su presentación en dicho show se volvió viral en la internet, alcanzando más de 100 millones de reproducciones. Por encima de todo, porque, al igual que otros vídeos de ínternet del estilo, ponía en evidencia uno de nuestros grandes prejuicios como sociedad, al menos en Occidente. El desmedido culto a la imagen. Que nos obliga a pensar que si alguien parece un pobre diablo, entonces debe cantar, bailar, hablar y pensar como uno. 


Potts es un hombre con un sueño. Ser cantante de ópera. La historia nos lo muestra profundamente comprometido con ese sueño, pero incapaz de llevarlo a cabo, dado que la mala fortuna le da revés tras revés. Su nerviosismo, su incredulidad ante su propio talento, aunado a esta especie de maldición personal, lo marginan de cualquier oportunidad, excepto, como señala el titulo de la película, de la ultima. Que, como reza el lugar común, es la vencida. Al final, a eso se reduce la cinta. A contarnos una historia cuyo final ya conocemos, pero que voluntariamente decidimos ignorar, como en toda buena peli de aventuras, donde sabemos que los malos pierdan y el héroe rescatara botín y chica, no importa cuánto conspire el universo para que no sea así.


Filmada con gran ritmo, escrita para ser conmovedora y emocionante, Mi gran oportunidad es de esas películas divertidas, que bien pueden verse en el cine sin salir decepcionado, pero que quedan olvidadas un par de meses después de su vista. Porque el fenómeno que retratan es mucho mas evocador, emotivo y sobre todo, mucho mas escueto. Un elemento que, de vez en cuando, los realizadores olvidan. Lo cual es triste para todos aquellos que estamos ansiosos de que, al apagarse las luces, nos cuenten una buena historia, y lo hagan de un modo agradable. Que le vamos a hacer.


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