Realizar
una película de terror es adentrarse en un terreno peligroso. No solamente
porque es un genero despreciado por los cineastas “serios”, que utilizan sus elementos y retoman sus
maneras narrativas, pero rechazan ser clasificados entre sus filas (Michael
Haneke, Lars Von Trier, Roman Polansky, por citar solo algunos nombres, se
sirven de las maneras del terror para contar sus historias, pero nadie los
clasificaría como directores de miedo) El terror, hay que aceptarlo, aun es visto
por encima del hombro por sus hermanos fílmicos, como un subproducto del cine
fantástico, comercial, facilón, predecible pero sobre todo, ligero.
Yo soy un
fan del terror, y es desde esta posición que debo disentir. Es este género, el
que más se ha permitido desafiar a las buenas conciencias, a los prejuicios, a
las grandes ficciones de la vida moderna. El
gabinete del Doctor Caligary (Robert Wiene 1920) es una aterradora y
acertada profecía sobre la llegada del totalitarismo al poder. Last
House on the left (Wes Craven 1972) muestra a un conjunto de habitantes de
suburbio convertidos en verdugos y torturadores, víctimas de la violencia
urbana. Dawn of the dead (George
Romero 1978) una rabiosa critica al consumismo y la uniformización de la
sociedad moderna, usando como herramienta a nuestros queridos muertos vivos. Y
nunca una película ha retratado mejor la paranoia y xenofobia de los EUA en la
época de McCarthy que La invasión de los
usurpadores de cuerpos(Don Siegel 1956) Por citar solo unos pocos ejemplos.
El recurso
del documental es una de las nuevas armas del cine de terror, pero por
desgracia, son pocos los cineastas que han sabido sacarle partido a la
herramienta. La mayoría se limitaron a
emular el hallazgo de Eduardo Sánchez y Daniel Myrick con Blair
Witch project (1999) que tampoco es una novedad, si recordamos a Ruggero
Deodato y su deleznable Holocausto
caníbal (1980) El gran exponente actual es Oren Peli, con su larga y
aburridísima serie de Actividad
paranormal. El produce justamente, la película que reseño a continuación.
Aunque detrás de ella hay un veterano del cine. The Bay (Barry Levinson 2012)
La
película, filmada en plan falso documental, simula una denuncia filtrada al
internet por periodistas y cineastas independientes, que desean difundir un
hecho censurado por el gobierno y los medios. Nos muestra un pacifico pueblo
costero en las bahías de Chesapeake, en el que se desata una extraña enfermedad.
Al principio se manifiesta por espasmos,
forúnculos y erupciones cutáneas pero poco
a poco deriva en espantosas muertes y mutilaciones inexplicables. La comunidad
observa inerme como sus habitantes caen en una pesadilla de infestación, sin
atinar a combatir el extraño mal que los destruye. Se nos muestra la
irresponsabilidad de las autoridades, y la incompetencia de mandos médicos y
políticos para combatir una situación provocada por el deterioro ambiental, la ambición,
la irresponsabilidad y la demagogia (Si a alguien más le suena familiar esto…)
Rodada con
gran economía de recursos visuales, buen
ritmo, y aprovechando al máximo
el lenguaje documental, mostrando justo lo necesario y dejando a nuestra
imaginación el resto, esta es una de las mejores cintas de documental-terror
que he visto en los últimos años. La mano de un ganador de premio Oscar se nota
inmediatamente, lo que nos demuestra que no basta con que la herramienta
exista. Debe haber un creador sacándole el máximo partido.
Si tienen
oportunidad vean The bay. Un par de
sustos no le vienen mal a nadie de vez en cuando. Y si llevan su pequeña dosis
de crítica social, mejor que mejor.
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